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martes, 6 de noviembre de 2007

La psicoterapia en los trastornos del comer

La psicoterapia en los trastornos del comer

Ajenos, como tantos son, a las técnicas que se enseñan durante el entrenamiento riguroso de la ciencia y arte de la psicoterapia y del psicoanálisis, muchos profesionales caen en el vicio de amonestar a sus pacientes, víctimas de las disorexias, por ser incapaces del cambio voluntario, recurriendo al soborno, a la extorsión y al hábito de instilarles sentimientos de culpa porque:

Rehúsan ganar el peso que han perdido
Objetan el abandono de sus actividades purgativas y dietéticas
Ignoran la realidad de que se están haciendo daño
Se empecinan en permanecer como están
Quienes así proceden lo hacen ignorando las sabias palabras del pionero Ernest Charles Làsegue, quien en el año 1873 nos señala que ruegos o amenazas no bastan para persuadir a la paciente a que renuncie a sus comportamientos.

Obviamente, las anoréxicas o las bulímicas no son personas carentes de inteligencia o de buen juicio. Lo importante es reconocer que algunas (sino muchas) de sus funciones y actividades cognitivas y emocionales han cesado de operar normalmente. Tan obvio es que las actividades del cerebro han dejado de servir sus procesos adaptantes que en ciertas de sus características nos recuerdan el cuadro clínico de algunas de las entidades psiquiátricas conocidas.

Por ejemplo, la negación de la realidad que caracteriza al histérico clásico es común en la anorexia. Las distorsiones de la imagen del cuerpo y del sistema propioceptivo que caracteriza a algunas enfermedades de origen neurológico son propias a todas las disorexias y asimismo las alteraciones del afecto que son típicas de muchas condiciones que tratamos, son hoy reconocidas como resultado de trastornos neurológicos en áreas específicas del cerebro.

En resumen podemos establecer con parsimonia que las enfermedades del comer son emocionales, pero que así lo son en la medida en que son respuestas y manifestaciones de trastornos de la anatomía, de la fisiología del cerebro, o de ambas. Lo que significa que a la vez son trastornos físicos y orgánicos, definiendo en sí el significado de lo que llamamos "psicosomático".

Entonces nos resta decir que si admitimos que las pruebas nos sobran para pensar en que su terapia es asimismo terapia dirigida a cambios en la fisiología y aun en la anatomía del encéfalo en medidas discretas, pero de relevancia extrema, entonces estaremos en una posición más cierta para entender el proceso tanto de la enfermedad como de la cura, como en futuras lecciones veremos.

Para concluir queremos enfatizar antes de dar fin a esta lección que nuestra perspectiva deriva del conocimiento meticuloso de las neurociencias como hoy se aplican y en una forma de terapia que se basa en esos conocimientos.

Referencias

Dawkins, R; The Selfish Gene (1976) Oxford University Press NY

Barondes, S: Mood Genes (1998) W. H. Freeman NY

Dennet, D. C: Kinds of Minds: Toward an Understanding of Consciousness (1996) Basic Books NY

Larocca, F.E.F. (ed): EATING DISORDERS: THE FACTS: New Directions for Mental Health Services, No. 31, (1986) Jossey-Bass

Por medio de la aplicación de este esquema Meermann y Vandereycken nos proporcionan en una línea progresiva (un continuo o secuencia) un esbozo del desarrollo lineal en las divisiones del peso en el ser humano, que se extiende desde la delgadez desproporcionada de la anorexia (magersucht), pausando dentro de los niveles "normales" del peso y continuando hasta el trastorno de la obesidad morbosa, finalizando en el caos dietario y comportamientos impulsivos que caracterizan la bulimia y algunas formas de la obesidad.

Temas de neurociencia en el tratamiento psiquiátrico moderno (IV)

Dr. Félix E. F. Larocca

El Grupo de Apoyo Mutuo (self-help) como método establecido para el tratamiento de las disorexias y de otros trastornos emocionales
Hace varios años que yo iniciara el comienzo de un encaprichamiento intelectual con el Santa Fe Institute y con los Álamos National Laboratory en Nuevo México, que duraría unos diez años y que, de modo más maduro, aun persiste. Mi infatuación con ambas y una tercera institución, el St. John’s College, se debió a que los tres centros para mí servirían como introducción en el campo abierto de la astrofísica y a la ciencia de alcances incalculables de la cosmología.

Puede decirse, que somos en parte sustancia viva y en parte polvo estelar. De ahí proviene la expresión de que algunos de nosotros (los que somos "seres vivos") recibimos de Dios, el "Soplo de la Vida".

Durante esos años entre Taos y Santa Fe, mi vida se orientaba en sus aspectos intelectuales por los logros teóricos de los numerosos hombres (ya que la mayoría lo eran) cuyos esfuerzos resultaran en recibir el galardón codiciado del premio Nobel en sus áreas de investigaciones, porque ser ganador del Premio Nobel es normal en el SFI. De entre estos nombres existen tantos merecedores de ser recordados aquí por sus contribuciones al conocimiento humano. Pero sería una injusticia tan solo nombrar a aquellos con quienes (mi esposa y yo) tuviéramos la fortuna de hacer amigos. Todos en la medida justa fueron dignos de su gloria. A todos recordamos con añoranzas, singularmente al economista Kenneth Arrow quien estudió la Economía de la Discriminación Racial.

Entra la neurociencia y el cosmos se desplaza
Como científicos, médicos, terapeutas, nuestras labores son más mundanas y nuestros esfuerzos son más ordinarios que los de los genios del SFI. Nada puede compararse con la inmensidad del universo. Nadie puede colegir en sus alcances vastos (porque la palabra "infinito" es la más apropiada en su uso para referirnos a la particularidad de los cielos que nos rodean) los límites de lo que hemos hasta ahora aprehendido y lo que nos queda por elucidar. Nada lo podía hacer, hasta que en las etapas finales del siglo pasado la neurociencia, sus disciplinas asociadas y sus aplicaciones, hicieran que se consagraran los últimos años del Siglo XX al reconocimiento de esas ramas emergentes y poderosas del saber y del conocimiento.

Una vez que se incorporara el estudio del cerebro a nuestras miras, todo nuestro universo interno cambiaría en la medida en que su estudio nos resulta más vasto en su alcance y más complejo en sus ramificaciones que la ciencia de los astros.

Veamos aquí la razón y el porqué.



Cerebro humano visto desde su base

Nuestro cerebro es un órgano sorprendente en sus complejidades:

Por medio de nuestros sentidos, el cerebro nos informa de lo que a nuestro alrededor sucede y nos suministra respuestas adecuadas e inteligentes producto de computaciones enormes en fracciones de milisegundos.
Por medio de sus conexiones motoras nos permite interactuar, desplazarnos y movernos con eficiencia y propósito dentro de nuestro ecosistema.
Por medio de nuestras facultades afectivas nos permite responder con emoción y afecto a todo lo que nos incide en la vida. Hecho debido a que nuestras emociones básicas residen, se modifican y/o proceden de este órgano.
Nuestra inteligencia, facultad de desarrollo enorme en nuestra especie, es la fuente de nuestra creatividad, de nuestras lealtades, de nuestros sentimientos amorosos, de nuestros avances científicos, de nuestras exploraciones y de nuestros principios morales. Lo que el cerebro efectúa por medio de sus conexiones con todas las glándulas, los humores y con todos los órganos del cuerpo, incluyendo el sistema inmune.
El cerebro efectúa todas sus funciones vitales simultánea y espontáneamente --- así razonamos.
Para entenderlo mejor sería necesario que estudiáramos la anatomía y la fisiología de este órgano, algo que, claramente, estaría por encima del alcance de la audiencia a quien este artículo, específicamente, estará dirigido.

Lo que sí es cierto, y a la vez de nuestro mayor interés, es que un número creciente de nuevos síndromes se elucidan cada día asignando su representación cerebral a la entidad descrita. Así hablamos con autoridad del autismo, del síndrome de Asperger, de las enfermedades de Alzheimer y de Parkinson entre tantas otras condiciones médico/neurológicas/psiquiátricas.

El Microcosmo Craneal: El Universo Cerebral
Un órgano que apenas pesa unas tres libras en el adulto humano, posee más células funcionales y conexiones entre ellas que las que pueden existir entre los cuerpos celestiales del universo que nos circunda.

Pero, siendo inerme e inerte, el universo no es sexista empero, el cerebro, como órgano del raciocinio y la emoción, ¡si que lo es! Como más adelante explicaremos.



Vista lateral del cerebro

Ejemplo de las diferencias entre los sexos

En promedio, el cerebro humano es de mayor tamaño en el hombre que en la mujer. Sin embargo (¡sorpresa!) la proporción: cerebro/peso del individuo, que constituye un índice más adecuado del verdadero desarrollo del encéfalo en la persona, que el de su peso absoluto, nos indica que la hembra de nuestra especie está dotada con un cerebro de mayor magnitud que el del hombre.

No lo olviden, mientras que ¡adiós! decimos, al machismo arrollador y petulante.

Pero no todo termina en el mero estudio de sus estructuras anatómicas, ni tampoco todo concluye con la observación de que existen trillones y trillones de células especializadas en nuestros cerebros, sino que todo se confunde cuando pensamos en el hecho de que el cerebro es el único mecanismo conocido (con inteligencia espontánea), auto-replicante (autopoyético), y, como si poco fuera, que tiene la capacidad de cavilar sobre sí mismo (frasecita elegante ésta, la de la autorreflexión).

Pero hay más, mucho más, lo que nos hace especular acerca del porqué en su estudio y entendimiento, nuestro cerebro nos llena con más entusiasmo que el estudio del universo una vez lo hiciera.

Veamos.

El cerebro no se limita a esa masa arrugada y corrugada de células y tejidos circundantes que ocupa el cráneo. El cerebro también consiste en los ganglios basales, el cerebelo, el tálamo, el hipotálamo, el bulbo raquídeo y aun en la médula espinal, amén de los nervios periféricos con los que hace conexiones esenciales para nuestra homeostasis.

Para lo que aquí pensamos cubrir en esta lección con lo ya dicho sería lo suficiente… pero, no…

Conozcamos a alguien. Conozcamos a la persona ficticia llamada Lucila.

Lucila es una mujer de 40 años de edad que se queja del desarrollo súbito de sensaciones de hormigueo en la parte dorso-lateral del pie izquierdo. Sensaciones que son molestas, porque, a veces, la despiertan del sueño acompañadas de calambres severos en medio de la noche. Sensaciones que, ha notado, aparecen cuando consume alcohol en cualquier cantidad.

Lucila asimismo ha descubierto que, cuando escribe o firma su nombre, la mano le tiembla, habiendo en una ocasión dejado caer una bandeja llena de tazas de café cuando el temblor, en ambas manos, se volviera pronunciado e incontrolable.

Otro asunto que la aqueja es que, de acuerdo a su marido de muchos años, Lucila ha perdido su compostura característica acusando a personas cercanas y queridas de intenciones injustamente sombrías cuando en la realidad así no lo son.

Lucila nos vio cuando visitara un consultorio donde ofrecemos servicios gratuitos a una población indigente médicamente. Había venido con una hermana que funge de voluntaria en el lugar, y accedimos a verla, ya que exámenes neurológicos habían fallado en establecer la causa de las molestias que a esta señora plagaran.

La única conclusión diagnóstica posible que se pudo haber hecho, como prontamente lo hiciéramos, se basó en la neurociencia, lo que marcaría la pauta señalada para el tratamiento exitoso.

Interludio.

Habiendo cubierto esta parte de la ponencia con la descripción abreviada de un síndrome común, quisiéramos utilizar otro ejemplo adicional para enfatizar la importancia de la neurociencia en el reconocimiento y en el tratamiento de las enfermedades que generalmente nos asedian.

Muchos niños dominicanos padecen de trastornos de contacto afectivo que son ignorados por falta de reconocimiento. Entre los más comunes se encuentra el síndrome de Asperger, los trastornos con los problemas de atención y concentración, el de Rett y aun el del autismo.

Otros pacientes sufren en el silencio de las tinieblas los síntomas debilitadores del síndrome de Tourette; mientras otros reducen sus estómagos quirúrgicamente, ya que nunca logran perder el peso en exceso que los agobia, o se someten a psicoterapias de orden "basadas en la realidad" (como si algunas se basaran en la ficción), llegando a resultados poco satisfactorios.

Para concluir esta sección de nuestra lección de hoy, tan solo deseamos afirmar a nuestros lectores que buscan conocimientos a todos los niveles, que solamente viajando dentro del infinito de nuestros cerebros lograremos el Nirvana de entendernos a nosotros mismos y, por ende, llegar a ese universo magnífico, plétora de planetas y asteroides que imitan en su forma nuestros propios "asteroides" celulares; las células cerebrales, que llamamos los "astrocitos".



Neuroglía

El Grupo de Apoyo Mutuo en el tratamiento de las dolencias humanas
Nuestras contribuciones al diagnóstico y tratamiento de los trastornos del comer han sido principalmente en el uso y en la aplicación de los grupos de apoyo mutuo en su remedio y cura. Para esos fines he dictado cientos de charlas, he participado en un número incontable de conferencias y he contribuido a la literatura profesional y laica numerosos libros de texto y manuales que compilan la técnica, las bases filosóficas y el uso de las mismas. Estoy satisfecho, ya que he logrado establecer no sólo las bases para una modalidad de terapia tan revolucionaria como práctica, sino una que se traduce en los aspectos básicos de la prevención, el gol de toda medicina racional.

Aquí, entonces, conoceremos a Julieta.

En un artículo que publicara en una revista médica en el año 1987 describo el grupo de apoyo mutuo (self-help) tanto siendo una religión secular como siendo a la vez un recurso de orden atávico para nuestra especie.

Julieta tuvo tratamiento para un caso de anorexia nerviosa en un centro con afiliaciones universitarias de Upper State NY. Para Julieta todo empezó con lo que fuera una dieta común e "inocente", porque como tantas adolescentes modernas, Julieta se sentía gorda. Cuando su dieta restrictiva empezara, ella ya padecería de sobrepeso marcado, lo que traduciría su cuadro clínico en uno de pronóstico más severo, que contrasta con lo que sucede cuando el sobrepeso no ha sido factor significante. A pesar de que el tratamiento se condujo bajo la supervisión de profesionales con firme reputación, la familia nunca quedó satisfecha con los resultados obtenidos y la paciente recayó en un período muy breve después de que retornara a su país.

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