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martes, 6 de noviembre de 2007

Historia clínica: el caso de P. P. Gage

Historia clínica: el caso de P. P. Gage

Dr. Félix E. F. Larocca

El 13 de septiembre del año 1848 Phineas P. Gage, un capataz de construcción en Vermont, sufrió un accidente cuando una explosión prematura de una carga de dinamita le disparó a través de las partes anteriores de la cara, del cráneo y del cerebro una varilla de metal cuyas dimensiones eran: 3 cm de ancho X 109 cm de longitud.



A pesar de sus heridas, Gage vivió hasta el año 1861.

Habiendo sobrevivido a esas lesiones tan dramáticas, los médicos de ese entonces pensaron que Gage se había recuperado totalmente. Sin embargo algunas cosas comenzaron a surgir que parecían muy extrañas después del accidente. El comportamiento social de un hombre que otrora siempre fuera persona proba y moderada, había cambiado totalmente. Antes del trauma Gage era un personaje muy respetado por todos quienes le conocían. Era considerado, inteligente, formal, honesto y bien adaptado. Una situación que cambiaría a medida que su convalecencia progresaba. Todos reparaban en el hecho sorprendente de que a pesar de que su intelecto estaba intacto y de que no demostraba limitación mental ninguna, paulatinamente Gage se había vuelto un ser irreverente, caprichoso, inconsciente de las convenciones sociales y con una tendencia pasmosa al uso excesivo de las palabras profanas. Así también cesó de cumplir sus obligaciones, tanto económicas cuanto sociales. Ello, últimamente terminó costándole su empleo.

En las palabras de sus amigos más cercanos "Gage ya no es Gage".

Cuando este hombre murió, lo hizo ya desahuciado y como una carga a amigos y a parientes quiénes terminaron siendo forzados a ocuparse de él.

Como no se hizo una autopsia para establecer las localizaciones anatómicas de la áreas destruidas por el proyectil, en su trayectoria, este caso continuó siendo por muchos años otra más de esas historias clínicas que serían reto a las facultades discernientes y especulativas de los neurólogos dedicados a la investigación científica.

Recientemente, un grupo de investigadores de la distinguida Iowa State University en Iowa City; utilizando métodos de calibraciones modernísimos y sometiendo a pruebas de laboratorios el cráneo de Gage, concluyeron que las lesiones que le cambiaran el perfil emotivo a este infortunado hombre fueron localizadas en ambas cortezas prefrontales (derecha e izquierda) que confirmarían la producción de un defecto post-traumático que involucraban regiones del encéfalo en zonas donde los procesos de decisiones racionales y la distribución de las respuestas sociales y emotivas normalmente residen.

Epílogo

Este estudio representa un caso cuyo análisis nos ayuda a entender mejor algunos aspectos de las respuestas emocionales y cognitivas del ser humano. A la sazón, sabemos que, a menudo, cuando una persona sufre un accidente cerebrovascular y su "personalidad cambia", la causa de ese fenómeno puede que sea una lesión cerebral, de localización prefrontal, similar a la que P. P. Gage sufriera.

Casa de Campo

9 de junio, 1994

Referencia

Hanna Damasio, Thomas Grabowski, Randall Frank, Albert M. Galaburda, Antonio R. Damasio:

The Return of Phineas Gage: Clues About the Brain from the Skull of a Famous Patient

Science Vol. 264. 20 May 1994. pp. 1102-05.

Por supuesto que mucho más se ha escrito acerca de este caso en tiempos recientes. Caso que, con otros similares reportados en otros países, han transformado el rol de las neurociencias y sus contribuciones a las funciones y entendimientos del encéfalo.

La psicoterapia de la neurociencia
En estudios detallados de ambas disciplinas, la de las funciones y localizaciones cerebrales, también conocida como la neurociencia y las del desarrollo normal del ser humano, se destaca una tercera disciplina como posibilidad insospechada e inédita, esta siendo la modificación directa y epigenética del cerebro mediada por la acción continua y sostenida de la terapia racional y emotiva del psicoanálisis.

Los artículos que seguirán como secuela de esta introducción llenarán la función de completar nuestros objetivos para esta serie.

En resumen

El autor de este artículo reconoce la parvedad de información fidedigna disponible al público en una era de progresos y de avances meteóricos ocurriendo a todos los niveles de la exploración del cerebro y de sus funciones.

Muchos nuevos estudios siguen apareciendo, que soportan nuevas vistas y entendimientos en procesos tan enigmáticos como relevantes. El estudio biopsicológico de la sociopatía, del narcisismo, de las adicciones y del envejecimiento de las monjas de Mankato, entre otros. Estudios que ocupan lugares ocultos o recónditos en los reportajes que nos llegan cotidianamente.

Como siempre hemos deseado, queremos evitar consignarnos a que la nuestra sea disciplina meramente "contemplativa" (en las palabras de Elkhonon Goldberg) para continuar siendo disciplina didáctica al servicio de la educación del público en general.

Referencias:

Goldberg, E: Contemporary Neuropsychology and the Legacy of Luria (1990) Lawrence Erlbaum 1990

Goldberg, E: The Executive Brain: Frontal Lobes and the Civilized Mind (2002) Oxford University Press

Goldberg, E: The Wisdom Paradox: How Your Mind Can Grow Stronger As Your Brain Grows Older (2005) Penguin NY

Kandel E. R: In Search of Memory: The Emergence of a New Science of the Mind (2006) W. W. Norton

Larocca, F. E. F: El Caso de Gage, sito en el texto.

Temas de neurociencia en el tratamiento psiquiátrico moderno (II)

Dr. Félix E. F. Larocca

Una introducción al mundo de nuestras emociones y de nuestra manera de ser conocedores de ellas
Cuando nos sentimos enamorados, cuando pensamos en elegir carrera o vocación, cuando hacemos decisiones importantes, cuando (por no poder evitarlo) engordamos o no podemos abandonar un hábito deletéreo. O cuando permanecemos en relaciones que nos perjudican, que nos disminuyen o que nos hacen daño. Asimismo, cuando decidimos abdicar del control que, sobre nuestras mentes, ejercen los principios que en suma llamamos "El Principio de la Realidad", o igualmente cuando cedemos el derrotero de nuestros destinos al impulso irreflexivo de lo que conocemos como el "Principio del Placer". Cuando todo esto nos confronta, confundiéndonos, falsamente podríamos llegar a concluir que estamos actuando de manera intencional/reflexiva y que nuestros comportamientos (aunque nos causen angustia) son consecuencia directa de nuestras decisiones maduras y albedríos libres.

Así pensamos porque "somos" seres "inteligentes".

Es así porque, aunque el orgullo del valer desmedido que nos caracteriza, por creernos "seres racionales e inteligentes", nos haga, a menudo dudarlo --- nuestra preferencia personal es la de fantasear que somos los verdaderos amos de nuestro propios destinos.

Pero la evidencia es muy distinta ya que solamente es con el estudio de nuestro cerebro y por medio del entendimiento de la mente, producto funcional del mismo, que sus actividades complejas nos garantizan inteligencia de nuestras pasiones, sentimientos, actitudes, aptitudes y trastornos psíquicos, intelectuales y sociales lo que, a la vez, nos confiere el poder relativo que nuestras percepciones a algunos concede.

El estudio de la mente entonces es asunto que para todos es del mayor interés. La misma inquietud que aquí compartiremos con nuestros lectores en esta serie de ponencias.

Y, entonces, era el cerebro…

Para comenzar, y antes de emprender el estudio parsimonioso de las funciones y de las topografías correspondientes del pensamiento, hurgaremos brevemente en aspectos mundanos y comunes de las funciones de ese órgano; que por ser de calidades mundanas y comunes a veces nos afectan mientras nos sentimos indefensos y confusos por carecer de su comprensión.

El amor y el enamoramiento: ¿Emoción o sentimiento?
Los neurocientíficos modernos desde Kandel a Damasio han rechazado sistemáticamente el aforismo cartesiano que reza: "cogito, ergo sum" ("pienso, luego existo"). Ya que en un sistema circular y autopoiético como es el cerebro, nada posee preeminencia sobre el resto, porque sentir y pensar (como adelante veremos) son resultados naturales de las mismas actividades, sinergias y energías mentales.

Cuando la presencia del ser amado nos hace que sintamos "mariposas en el estómago", cuando esa misma presencia resulte en que las palmas de las manos nos suden, o que nos sintamos paralizados por el esplendor de una noche de luna plateada mientras recordamos al ser querido, estamos en el umbral del sentido de dos fenómenos importantes de actividad mental: la de evocación de sentimientos y la de elaboración de emociones.

Los sentimientos y las emociones tienen sus orígenes en áreas diferentes del encéfalo, pero su significado para el non cognoscente es el mismo, aunque ambos sirvan a propósitos disimilares para quienes los estudian con fines meramente académicos y para quienes los utilizan como expresión del sentimiento romántico.



Armados de las mejores intenciones y convencidos de que la neurociencia expresa en sí las actividades básicas/cognitivas de nuestras vidas, creemos estar en una posición relativamente envidiable para entender y lograr encauzar nuestras existencias tanto emocionales como intelectuales.

El amor aquí se selecciona como elemento de análisis porque es una emoción ubicua, enigmática y muy poco comprendida. Para lograr el mismo propósito otros utilizan el análisis del miedo, algo que haremos más adelante.

El flechazo

Todo comienza en la forma de una emoción repentina que, como asimismo recalca la vieja lírica, que dulcemente nos enseña que:

"Tú llegaste con una mirada,

a cambiar por completo mi vida…"

El ciclo del amor y del enamoramiento humano
De repente nos vemos, nos encontramos sorprendidos, porque pensamos obsesivamente en el otro o en la otra. Revestimos su apariencia de virtudes inéditas y nos sentimos cautivados por sus gestos, su sonrisa y su figura. Nos sentimos emocionados, nuestro sistema nervioso responde a su presencia con sensaciones extrañas. Nos volvemos conscientes de nosotros mismos, evaluando nuestras apariencias críticamente: "debo rebajar, lucir más elegante, teñirme el pelo, usar ropas más favorecedoras…". En fin, lo que todos ya sabemos.

Epigenéticamente hablando, este fenómeno se origina a la vez fuera y dentro del cuerpo. Fuera de nuestro cuerpo, ya que no es resultado de actividad homeostática refleja; y dentro, porque es en respuesta a estímulos procedentes del entorno.

Todo está programado

Todo está programado en nuestros cerebros, y aunque lo percibimos como actividad mental o simplemente emocional, la realidad es que lo que llamamos "amor", emoción, o conciencia son actividades eléctricas, químicas, hormonales y físicas que comportándose como sistemas auto-replicantes nos hacen "sentir" aquello, lo que sea que sintamos, en un momento dado.

Debido a la intensidad y a la pujanza con que estos sistemas nos inciden y por virtud del impacto físico de los mismos, ahora podemos entender por qué el amor y la memoria de quienes nos son amados son tan difíciles de borrar.

"Mil veces me dije, decididamente,

tengo que olvidar tu amor".

"Pero eso no ha sido, porque no he podido,

tú eres más fuerte que yo. Sinceramente…"

Pero, aquí cabe preguntarnos: ¿qué pasa con quienes amar no pueden, o con quienes aman, pero lo hacen en exceso?

He aquí donde la neurociencia nos asiste. Por ejemplo, en el Síndrome de Klüver Bucy existen formas de sexualidad (o enamoramientos) exagerados resultado de lesiones a los lóbulos temporales; como fuera el comportamiento de Phineas Gage debido a destrucción de las áreas prefrontales.

Pero, ¿qué sucede cuando encontramos el individuo de tendencia fría, calculadora e insensible que se dedica a hacer daño y que carece de conciencia o de juicio moral; al individuo que corrompe a sus propios hijos para lograr sus fines perversos? Es decir, lo que conocemos como el Narcisismo Patológico. Entonces es cuando la neurociencia nos ilumina el sendero, ya que es inadmisible aceptar que, por falta de entendimiento, estas personas existan sin que podamos entenderlas.

El sistema tripartito
Cuando en estas lecciones discutimos la neurología aplicada al comportamiento, no queremos pretender que todo es neuroquímico. No. Sino que deseamos enfatizar su importancia crucial.

Esencialmente, conocemos otros factores ya discutidos en otros artículos, los que aquí deseamos mencionar de nuevo.

La herencia, el cuidado que el entorno suministra al niño y las propensiones emocionales (¿químicas/biológicas?) de la persona, asimismo juegan un rol que siempre tomaremos en consideración cuando tratemos de entendernos a nosotros mismos. Sin embargo, lo que para tantos es desconocido es que los cambios efectuados en todo tratamiento psiquiátrico son resultado de los efectos de transformaciones estructurales a un nivel celular del cerebro del paciente, que afectando la mente del enfermo, asimismo afecta el del terapeuta --- noción esta que para muchos es desconcertante.

En resumen

Lo que aquí avanzamos es resultado de muchas investigaciones y de las posiciones que convalidan la importancia de la interfaz de la neurociencia aplicada con el psicoanálisis como teoría y como método de terapia.

Es por medio de esa confluencia teórica y práctica que expondremos nuestras tesis basadas en casos experimentales y actuales.

Empezaremos entonces con el estudio detallado de la neurociencia aplicada a la terapia de síndromes específicos.

Referencias:

Damasio, A: The Feeling of what Happens: Body and Emotion in the Making of Consciousness (200) Harcourt NY

Solms, M and Turnbull, O: The Brain and the Inner World: An Introduction to the Neuroscience of Subjective Experience (2002) Other Press

Temas de neurociencia en el tratamiento psiquiátrico moderno (II)

Dr. Félix E. F. Larocca

El entendimiento desde la perspectiva de la neurociencia de los trastornos del comer
Para comprender en detalle los cuatro trastornos del comer, el esquema del continuo de las disorexias disponderósicas (Dysorexia/Dysponderosis Continuum) que Meermann y Vandereycken conceptualizaran como una línea progresiva que se extiende desde el consumo restringido de alimentos, la ingestión normal de la comida, seguida por el exceso en el consumo de la misma con la resultante acumulación en demasía de tejido adiposo; y finalmente, con el cuadro clínico de la bulimia como "remedio" contra la gordura.

La línea como nosotros la hemos modificado, incluye en su estructura la dieta restrictiva que todos usan para tratar en vano esfuerzo de controlar el sobrepeso.

En otras palabras, los trastornos del comer y sus efectos en el peso son parte del mismo proceso, difiriendo sólo en el lugar que ocupan en un momento dado.

Luego que entendemos lo que son en el espectro, es útil recordarnos que las enfermedades del comer, o las disorexias, representan, como todos bien sabemos, problemas serios de salud y que su tratamiento es tan complicado como refractario.

Por ello, para evitar caer en la trampa de las sobresimplificaciones con que nos venden las dietas y los spas, desde el comienzo, debe ser establecido que todos quienes dedican sus tareas profesionales al manejo de estas condiciones las consideran a todas como entidades recalcitrantes, y muy difíciles de tratar exitosamente.

Prosigamos.

Para entenderlas mejor, hagamos una pausa recurriendo a una sinopsis en forma de anamnesia de la evolución natural de nuestra especie.

Nuestro entorno primordial.

Esencialmente, el récord antropológico sitúa a nuestra estirpe como una que ya existía en su forma actual en el paleolítico superior subsistiendo en su presente configuración, adaptaciones, y fisiología exactamente como hoy somos. Lo que significa que, como orden, no hemos experimentado ninguna mutación adaptante que nos haga diferentes de nuestros antepasados por los últimos 120,000 años. Lo que hace que nuestros ajustes y estrategias para la supervivencia son las mismas hoy que fueran en ese pasado tan remoto, como asimismo tan fugaz, en el sentido del tiempo cósmico.

Por razón tan simple es que reconocemos que nuestra estrategia del comer, como tanto antes hemos recalcado, y aun, a menudo, seguimos insistiendo, es esencialmente la que fuera cuando vivíamos nuestra vida selvática.

Éramos entonces cazadores/recogedores, fabricábamos herramientas de características rudimentarias, aplicábamos la agricultura, no existía la gordura (por ser mal adaptante), domesticábamos algunos animales y dependíamos de los efectos del establecimiento de un instinto socio-jerárquico suficientemente elaborado y bien instituido para poder medrar. En efecto, las bases de los avances prácticos y descubrimientos científicos que en el futuro nos aguardaban, yacían escondidas, desde siempre, en el cerebro poderoso que nos define como la más avanzada e inteligente de todas las especies. Es posible, por consiguiente, aseverar que todas nuestras innovaciones y desarrollos presentes, estuvieran contenidos y representados en nuestro ADN y, por ende, integrados en nuestra mente, producto de la actividad del encéfalo, esperando su expresión en el instante preciso.

Y no sólo que esos avances estuvieran grabados en nuestros cerebros sino que su aparición a veces simultánea y no por serendipia fueran regulados por la misma Naturaleza, para que la presencia de redundancia asegurara el proceso de la evolución.

De ello deducimos que no somos tan libres en nuestro albedrío como nos gustaría pretenderlo.

Veamos…

Pensemos. No nos parece extraño que otros animales como son las abejas, puedan recordar las rutas que deben de seguir para aventurarse fuera de la colmena, viajar distancias considerables sin la ayuda de instrumentos para navegar y retornar sin dificultades a su punto de origen sin previa experiencia.

No nos sorprende que un gato encuentre la dirección de la casa nueva de su amo sin haber tenido mundo de su nueva dirección y sin contar con la asistencia de pistas que lo orienten.

No nos preguntamos cómo es que algunas castas de avispas instintivamente depositan sus huevos dentro del cuerpo de ciertos gusanos, a quienes paralizan con su veneno para que les sirvan de huésped a sus larvas, quienes consumirán sus víctimas vivas de adentro para fuera.

Aquí sería oportuno repetir las palabras de Alfred Lord Tennyson quien en uno de sus poemas llamó a la Naturaleza "Roja (sangrienta) en colmillo y garra", refiriéndose al modo singularmente despiadado con que nos rige.

Man...
Who trusted God was love indeed
And love Creation's final law --
Tho' Nature, red in tooth and claw
With ravine, shrieked against his creed.
(Alfred, Lord Tennyson)

Richard Dawkins utiliza estas palabras, en su libro The Selfish Gene, como una advertencia correctiva, recordándonos que nosotros, los seres humanos, nacimos en un mundo con imperativos genéticos pre-existentes que nos obligan a ser competidores a pesar de los esfuerzos denodados provenientes de la educación y de la religión para suprimirlos.

Porque tendemos al olvido de estas cosas, en el transcurso de estas lecciones tendremos que recordarnos de nuestro origen y naturaleza de animal continuamente.Bottom of Form

Así lo haremos porque es en esa misma facultad de ser (y a la vez, de no ser) animales que nuestros mayores y nobles atributos nos distinguen, nos caracterizan y (a veces) nos apartan de miembros de nuestro género que, por razones propias no son beneficiarios genéticos de haber nacido con los atributos éticos, a algunos, conferido por la posesión de un cerebro humano.

De esa manera delimitaremos nuestros esfuerzos al entendimiento y cura de los trastornos que son producto de nuestras dificultades en la reducción de nuestras ansiedades y no con los problemas propios y extraños que el Narcisismo Patológico engendra.

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